domingo, 10 de octubre de 2010

'Los celos, sí, los celos te volverán loco'

Levanté una ceja. Dejé mi café frio en el platito y pestañeé dos veces. Algo en mi interior empezó a moverse. 
Dos meses atrás había notado su respiración caliente sobre su pecho. Ahora, ella no se había dado cuenta de que estaba detrás, su vista seguía empeorando, ella y su manía de no ponerse las gafas porque no le quedaban bien. Dos meses antes la escuchaba gemir mientras él se adentraba en su cuerpo. Sabía lo que le gustaba, quizá demasiado bien.  
Ella pidió una cerveza bien fresquita, siempre decía lo mismo cuando quería cerveza. Y que quisiera cerveza significaba que iba a esperar un rato, era tan jodidamente lenta para comer y beber, aunque otras cosas las comía con ahinco. 
Miró a la puerta de aquel minúsculo bar y luego se soltó el pelo. Ese pelo que tantas veces se interponía entre mis labios y ella. Ese pelo que me gustaba agarrar bien fuerte mientras la hacía mia.
Cuando le trajeron la cerveza no se preocupó de limpiarla, ella bebía sin importarle las ratas que habían meado en los botellines mientras iban en el barco. A veces resultaba tan impertinente... Pero así era ella, nerviosa, incansable, totalmente imprevisible, apenas dos segundos y te perdías totalmente en la conversación. Tal vez por eso le gustaba tanto entre las sábanas, las cosas que salían de su boca eran obscenas y jodidamente morbosas.
Ella y sus medias negras, le hicieron recordar como apretaba los muslos apretando su cabeza cada vez que se corría en mi boca. Ella y sus tacones de vértigo. Ella y ese minúsculo vestido que apenas le tapaba nada. Le dieron ganas de sacar la pistola y matar a todos los que le estaban mirando las tetas, incluida la camarera. Esas pequeñas y duras tetas eran mias. Sólo mias.
Entonces encendió un cigarrillo. Tenía una forma de fumar que a todo cristo le hacía recordar sus mejores mamadas. Fruncia los labios de la misma forma que los cerraba al tragarse mi semen. 
Cuando terminó su cigarrillo creí que se iba a ir, pero en ese instante ocurrió lo que yo había estado esperando toda la tarde. Justo en el delicioso instante en el que ella se echaba el pelo hacia atrás entró          el otro.
El otro, tan esbelto, tan apuesto, un puto Ken de escaparate. ¿Qué demonios estaba haciendo ella con un ser tan superficial? Recordaré siempre la bufanda que llevaba al cuello. Esa bufanda que me dio ganas de apretar hasta notar su nuez hundida y su garganta ahogada.
Ella le vió. Y le entregó una de esas sonrisa que hasta hacía un par de meses era sólo para mí. Esa sonrisa con la que mostraba sus dientes blancos y perfectos. Mis dientes blancos y perfectos de conejita en celo.
El se acercó. Caballeroso como pocos le hizo un amago para que no se levantara del asiento. Luego la cogió de la cintura, mi cintura y la besó.
Un beso cortito, como le gustaban a ella, que se fue volviendo más y más y más largo ante la mirada de todos los del local. La verdad es que hacían buena pareja. Era el momento.
En ese instante no lo dudé un segundo. Me levanté y fui hacia donde estaban ellos. Ella puso cara de sopresa. El la cara de perro que tenía siempre. Me limité a ver el brillo de sus ojos una vez más, marrones, más claros que los mios, los ojos con los que me miraba antes de correrse entre mis brazos.
Luego saqué la pistola. Él no tuvo tiempo de reaccionar, los dos primeros balazos entraron en su estómago como si traspasaran una cortina. Cayó de inmediato.
No reparé en los gritos de las personas que estaban en el bar. Deseaba que salieran, esto no iba con ellos.
Ella me miró. Con esos ojos de niña asustada. Como cuando me contaba cuáles eran sus miedos. Tranquila, no vas a temer más.
No apunté, le di uno directo en el corazón. Se lo destrozó. Luego le di otro en el pecho y cayó al suelo, lejos de él.
Me arrodillé y me atreví a tocarla. Le acaricié la cara caliente, le toqué el pelo liso. Muerta era el ángel más bello del mundo. Luego la besé. Una vez más. Como tantas otras veces en las que se quedaba dormida y yo la besaba. Una lágrima cayó por mis mejillas. Le apreté fuerte la mano antes de subir la pistola hasta mi sien.
Después apreté el gatillo. Siempre estaremos juntos.

3 comentarios:

  1. Me encanta tu blog *________________*

    Yo ya te sigo sigueme tu tambien :P

    www.blacksmiile.blogspot.com

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  2. Una historia impresionante...
    Pero intenta utilizar más sinónimos y no repetir la misma palabra en una determinada oración. También debes intentar aclarar ciertas cosas, porque hay veces que no se sabe si te refieres al chico o a la chica, se sabe por las siguientes oraciones frases, pero no cuando lo dices.
    Espero que no te haya sentado mal el comentario. Espero que sigas mejorando. Seguiré leyéndote ;)

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  3. Tranquila Yolanda, pongo comentarios para que la gente haga críticas constructivas. Este me gusta más que un 'Oh qué guay'

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