sábado, 6 de noviembre de 2010

Se había vuelto una persona un tanto solitaria. Lo había podido comprovar esa mañana, cuando como cada viernes miró sus correos electrónicos y no encontró más que publicidad. Tampoco le importaba. No le importaba quedarse un sábado por la noche en su casa o no ir al centro un viernes por la tarde después de terminar la universidad. Y tampoco por ello se sentía extraña, simplemente le había pillado asco a las caras que se encontraba cuando salía a por el pan. Un día pensó que quizás padecía agorafóbia, pero desechó la idea al bajar al supermercado.
Esa mañana también se dió cuenta de otra cosa. El mundo sin ella parecía ser mejor. No se oía a gente discutir ni gritar, los telediarios se habían suavizado un poco y no había llovido desde que decidió no salir más de casa. Tampoco le parecía extraño, siempre le habían hecho creer que era una Helena de Troya, que ella era la causante de todos sus problemas.
Por eso tomó esa decisión.
Primero, se dió un buen baño caliente, acompañado de burbujas, velitas y ese incienso de jazmín que tanto le había costado conseguir. Después del baño se enrolló una toalla blanca alrededor de la cabeza y se tumbó en su cama deshecha durante un cuarto de hora. Un rayito de sol entraba por la persiana entrecerrada y le daba en la cara, calentándosela y haciéndole sonreir. Le dió al play y en su reproductor de música comenzó a sonar la banda sonora de Moulin Rouge con un volumen ni muy alto ni muy bajito. Pudo imaginarse la escena en la que Satine baila con Christian sobre el elefante dorado, vestidos con un vestido rojo y un traje negro de chaqueta, dando vueltas con un paraguas y deseando con fuerza que ese momento no terminara nunca. Pero todo termina.
Luego fue a la cocina de su apartamento, abrió la nevera y sacó un Rollz, ese dulce que es como una magdalena con forma de caracol de chocolate y canela, lo metió en el microondas y mientras sacó el chocolate líquido. Cuando todo estuvo preparado se sentó en la mesa de su cocina, cogió cuchillo y tenedor y comenzó a comer a ritmo de sparkling diamonds. Cuando terminó dejó el plato y los cubiertos en el fregadero y fue a su habitación. Abrió su armario y sacó ese vestido negro que tanto le había costado conseguir. Era un vestido sin tirantes, muy estrecho hasta las caderas, de donde salían tres capas para hacerlo pomposo. Era negro transparente, así que cuando lo compró y lo llevó a casa decidió que era demasiado descarado de llevar pero demasiado bonito para devolver, así que terminó metido en una funda en su armario. En su cabeza sonaba 'Voulez-vous coucher avec moi, ce soir?' Seguro que esta noche no.
Se puso sus zapatos rojos con demasiado tacón para andar con ellos y tumbada en su diván se encendió uno de sus pitillos. Era esa sensación de cuando estás llena, cuando no necesitas nada más, cuando no te importa lo que ocurre a tu alrededor, ¿cómo se llamaba?¿Agnosia?
Después lo apagó en el cenicero y pensó en que si tuviera un novio, seguramente no le dejaría tener todos los ceniceros de la casa llenos de cigarrillos apagados, aunque seguro que si tuviera un novio como dios manda dejaria de fumar. Acto seguido se imaginó su baño de antes pero con otro hombre. Como Marina dijo, 'sólo recordamos lo que nunca sucedió'
La casa estaba llena de melodía, radiante, todos los rayos de sol habían decidido ponerse a bailar dentro del comedor, y ella movía las cortinas para que bailaran más agusto al son de 'the rhythm of the nigth' conozco un lugar donde podemos bailar...
Definitivamente se sentía feliz consigo misma.
Cogió su album de flores secas y sacó una que siempre le había llamado bastante la atención. Se trataba de una rosa blanca con tintes azules, ¿qué diría Mendel de esto? Se la puso en la cabeza sujeta con una diadema y salió a su balcón con su cámara de ojo de pez. Fotografió las vistas que tenía en frente de ella y dejó la cámara en el suelo. Intentó imaginar qué tipo de persona encontraría la cámara y qué haría con esa foto tan bonita. Seguramente se quedaría la cámara y tiraría el carrete a la basura. Pero todos nos fallan alguna vez, tal y como dice el club de la lucha, somos los hijos indeseados de Dios, ¿y qué? Nuestros padres eran nuestros modelos de Dios, si nuestros padres nos fallaron, ¿qué dice eso de Dios?
Como tantos otros días se sentó en la barandilla del balcón y con los ojos cerrados dejó que el aire le transpasara la cara. Era una sensación realmente maravillosa.
Le vino a la mente aquel trocito de diálogo que escuchó en aquella película que tantas y tantas veces le había hecho soñar con una persona que le pudiese dar eso que llaman amor de verdad, Quiéreme si te atreves. ¿No sería mas sencilla como dice Edith Piaf en La Vie en Rose? Tomarla entre tus brazos, hablarle al oído, decirle palabras de amor, palabras normales y corrientes... y decirle que en cuanto la ves sientes latir tu corazón. Pero nunca es tan fácil, aunque hagamos lo que sea por que lo sea.
Oyó como con 'Nature Boy' se terminaba el Cd y comprendió que había llegado la hora. Miró una vez más al cielo azul, cogió su rosa blanca y azul del pelo y la dejó caer desde el octavo piso. Acto seguido se lanzó ella.
Todo acabó cuando acabó el jazmín.

4 comentarios:

  1. La verdad es que esta historia me resulta un ejemplo claro de cómo podemos llegar a estar dolorosamente vivos y acabar viviendo una vida que no es la que se nos había contado. Es hermoso pensar en la variedad de caminos que podemos recorrer a lo largo de nuestra existencia y como unos acotan otros y evitan la vuelta, o peor aún acortan el viaje.
    Me parece una entrada muy visceral y donde has puesto un trocito de tu alma, otra cosa que es digna de admirar en una persona que escriba. Sigue escribiendo cosas de este estilo que tus seguidores te lo agradeceremos.

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  2. La esencia de la tragedia es el destino, la conciencia del fatal desenlace. Los griegos marchaban al teatros encogidos de la angustia que sabía inevitable, esperando el sufrimiento y la muerte de los pobres protagonistas, segundo a segundo, hasta el final de la obra.
    Pero las tragedias griegas tenían algo, algo que Aristóteles fue a llamar "catarsis". Un mensaje, un hueco a la esperanza, un bien mayor al que se debe la muerte, el sacrificio.
    Y es tan triste... porque una tragedia sin mensaje es tan solo tristeza. Yo sabía ya desde el segundo párrafo de esta historia lo que iba a suceder, la muerte inevitable, pero me aferré a que sirviera para algo, un fin mayor, un rallo de esperanza, algo más que el último lamento de un alma aislada... no existe.
    Si hay algún mensaje, te ruego que me lo digas, que me lo expliques. Te escucharé atentamente, porque me niego a creer que la vida pueda ser tan triste.

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  3. Aiis esa foto me encanta!!! muaaaaa!

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  4. saludos! muchas gracias por comentar, y es paradójico que te comente para darte las gracias por comentar xD y sí, ya arreglé los fallos del blog :D

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